Agro

Parálisis económica en el corazón de la pampa húmeda

Industriales y ruralistas de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, los más afectados por el conflicto
Industriales y ruralistas de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, los más afectados por el conflicto

PERGAMINO, Agosto 31.-(PergaminoCiudad.com.ar)  Más que de sequía, habría que hablar de helada: campos sin sembrar, comercios cerrados, operarios en la calle y fábricas que no venden son los testimonios de un congelamiento de la actividad económica que castiga al corazón de la pampa húmeda desde que estalló el conflicto entre el campo y el Gobierno. En el centro de ese conflicto está una planta pequeña y verde: la soja, bendición y maldición del lugar, según quien lo mire.

 

Recorrer la ruta 8 por el norte bonaerense y el sur santafecino, a través de la zona sojera (Pergamino, Colón, Venado Tuerto), es contemplar la parálisis de una economía a la que le han puesto el freno de mano. Agricultores, ganaderos y tamberos están desalentados ante la falta de las medidas que reclaman para el sector, mientras que la gente de a pie se manifiesta harta de la larga pulseada.

 

"Pergamino siempre fue un núcleo maicero, pero la última temporada la cosecha fue magra. Ahora pasa lo mismo con el trigo: este año no se sembró casi nada", dice Alejandro Calderón, de la Sociedad Rural local. "Los números no dan para hacer nada que no sea soja. Hay una falta de perspectiva y un gran desánimo; nadie quiere arriesgarse", agrega el productor.

 

En Colón, Carlos Roulet da cuenta de los problemas que atraviesa la ganadería: "Tuve que reducir el área de cría para volcarme al cultivo. Estamos liquidando vientres, algo que queríamos evitar. Si esto sigue así, en cinco años vamos a tener muchos problemas por esa reducción de capacidad".

 

El panorama se repite en los tres distritos, donde tanto los ruralistas como sus proveedores describen un parate brutal.

 

"Los citadinos piensan que nos quejamos de llenos, pero los que antes compraban las semillas por anticipado ahora piden financiación y no invierten en tecnología", apunta Sergio Bocanera, vendedor de insumos de Pergamino.

 

Por su parte, Miguel Giané, fabricante y vendedor de cosechadoras, jaulas y casillas, resume la situación con un lapidario "no tenemos ganas de nada."

 

Sin embargo, en el campo no todas las voces son coincidentes.

 

"Los productores no entienden cómo ellos mismos potencian la crisis", analiza un tambero de Venado Tuerto que prefiere mantener su nombre en reserva. "El productor se adapta muy fácilmente: puede triplicar sus gastos o reducirlos a la mitad. El que realmente la pasa mal ahora es el industrial, que emplea a veinte personas y que no está vendiendo nada", sentencia el hombre.

 

Algo así le ocurre a Néstor Cestari, a cargo de una gran empresa de Colón dedicada a la fabricación de maquinarias que, ante el tremendo bajón de las ventas, ha dejado de trabajar. Lo dice con una expresión resignada: "Nos estamos dedicando a la reparación de la maquinaria ya colocada. Ofrecemos el arreglo por el costo de la pieza, sin cobrar la mano de obra. No es buen negocio, pero es una manera de aguantar sin despedir a los empleados".

 

Más quejas y ajustes

 

En el mismo partido, Victorio Acosta, dueño de una pinturería que tiene su sede central en Rojas, dice que el panorama empeoró desde el inicio del conflicto entre el campo y el Gobierno. Y el intendente de Colón, el kirchnerista Ricardo Casi, admite que las empresas "han hecho ajustes", aunque sin llegar a los despidos masivos.

 

Más optimista, el jefe comunal cree que "lo peor de la crisis está pasando" y destacó que la obra pública financiada con fondos del Gobierno "ha sido muy importante para crear nuevos puestos de trabajo".

 

En Venado Tuerto, la sucursal del frigorífico Swift despidió la semana pasada a 37 operarios. Y en Rufino, también en el sur de Santa

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