Así es como, en momentos en que sectores claves de la economía argentina requieren de soluciones urgentes, la presidenta Cristina Fernández dedica cada vez más tiempo a hacer campaña. Y, lejos de definir políticas de estado, aprovecha sus discursos para -por ejemplo- recomendar que los argentinos coman más productos orgánicos, “como lo hace Nacha Guevara”.
Las palabras de la primera mandataria, que pueden generar una sonrisa a más de uno, también provocan preocupación, ya que es la cabal muestra de que no existe gestión gubernamental para encarar problemas como la dura crisis que atraviesa el campo. La falta de rentabilidad y las políticas asfixiantes de la administración K, motivadas por un claro revanchismo político, llevarán a que, tal como lo informó Hoy, en poco tiempo nuestro país tenga que importar carne y leche.
El Gobierno también ha desaprovechado un preciado tiempo al no poner en marcha acciones que permitan reactivar el mercado interno, que se encuentra en franca caída, como así tampoco lanzó créditos para construir viviendas y alentar la producción. Hacerlo ahora, en medio de la campaña electoral y utilizando los fondos de
Todo lo oficial se queda en lo meramente discursivo, en una puesta de escena vacía de contenido, y en definiciones vagas, como la idea de defender un modelo encarnado por los Kirchner que ni ellos mismos saben definir de qué se trata.
Incluso, la última visita que hizo el venezolano Hugo Chávez la semana pasada para afianzar los vínculos bilaterales, en la que se mostró junto a la presidenta Cristina Fernández, fue un mero fuego de artificio. Días después, el venezolano anunció con bombos y platillos la nacionalización de empresas claves en lo que hace a la economía del país, tres de las cuales dependen del grupo argentino Techint.
Se trata de una clara muestra de lo que aparece en la superficie, poco tiene que ver con lo que realmente está ocurriendo en el país. La medida de nacionalizar las empresas es una decisión soberana del gobierno venezolano, que de esa forma defiende su propio interés nacional. En cambio, el gobierno de los Kirchner opta por seguir favoreciendo a sus empresarios amigos, asumiendo deudas privadas como es la escandalosa compra de aviones para Aerolíneas Argentinas, que sigue siendo propiedad del Grupo Marsans.
La pelea bonaerense
Como era de esperar, la pelea electoral está centrada en la provincia de Buenos Aires, donde los tres principales candidatos (Néstor Kirchner, Felipe Solá y Margarita Stolbizer) mantienen una estrecha diferencia entre sí. Es decir, hoy por hoy nada está definido y el humor social que exista en los días previos a la elección puede ser determinante. Podría ser una de las elecciones más reñidas de la historia en la principal provincia del país.
Pese a que sólo faltan 36 días para los comicios, los principales frentes políticos aún no pudieron subsanar sus diferencias internas. A saber: varios intendentes kirchneristas están jugando a dos puntas, negociando cortes de boleta con el PJ disidente y preparándose ante una posible derrota del oficialismo, lo que sería el comienzo del poskirchnerismo.
En tanto, en Unión-PRO las peleas entre Francisco de Narváez y Felipe Solá ya resultan inocultables, al punto que el ex gobernador fue marginado de los spots publicitarios debido a que su figura no cae demasiado bien en el electorado provincial. El empresario, que sueña con ser gobernador de Buenos Aires, ya ni siquiera le atiende el teléfono al estanciero.
El panradicalismo también atraviesa aún por una fuerte dispersión, que hará que proliferen listas colectoras en varios municipios ante la imposibilidad de repetir los acuerdos, que permitieron el armado de la lista de diputados nacionales y de legisladores provinciales en los municipios.