La Provincia

Clima bélico

Por Marisa Alvarez
Por Marisa Alvarez

LA PLATA, Mayo 24.-A apenas cinco semanas de las elecciones, las tensiones, que a veces se abren paso con el formato de agresiones, dominan el paisaje en que se desarrollan las campañas en la Provincia. Y un clima bélico, que campea en el ámbito político-electoral pero incluye también a grupos sociales o a ciudadanos, va ganando, con un nivel inquietante, este proceso hacia las urnas.

 

Las manifestaciones de protesta de productores rurales signaron esta semana las visitas al interior bonaerense de los Kirchner. A la Presidenta la esperó una "contramarcha" de ruralistas en Coronel Suárez. A su esposo y primer candidato bonaerense a diputado nacional, la movilización lo alcanzó en Chacabuco, cuando llegó hasta allí para un acto partidario.

 

Al Gobernador y segundo candidato a diputado nacional, que desde que estalló el conflicto con el campo hace 14 meses siguió viajando periódicamente al interior y desde hace una semana lo rastrilla sin pausa, una protesta de productores le complicó, el viernes, la visita a Chascomús.

 

Es necesario, cuando se habla de situaciones que contienen alguna dosis de violencia, poner las cosas en su exacto lugar. Las expresiones hostiles de esta semana en el campo bonaerense contra las máximas figuras y candidatos del oficialismo estuvieron muy lejos del grave episodio nuevamente registrado en Santa Fe contra el diputado nacional Agustín Rossi, que fue atacado físicamente, con huevazos, salivazos y empujones. Las hostilidades bonaerenses tuvieron el formato de manifestaciones, con pancartas y cánticos que iban desde reclamos concretos, pasaban por expresiones críticas y llegaban a los insultos. Hasta ahí.

 

Pero también es necesario reparar en que para los viajes de Néstor y Cristina Kirchner al interior bonaerense se diagraman rígidos operativos de seguridad, que ya viene utilizando desde hace un año Daniel Scioli, luego de algunos sofocones iniciales. Vallados y decenas de policías se instalan en cada lugar visitado de manera que cualquier grupo hostil, o que quiera protestar, quede varado a centenares de metros de distancia de los "escrachados". Está abierto así el interrogante de qué pasaría en las localidades rurales bonaerenses si no se adoptaran esos operativos de seguridad.

 

OTROS EPISODIOS

 

Pero las tensiones y las actitudes hostiles que rodean a algunas movidas oficialistas, aunque son las más resonantes, no son, sin embargo, las únicas que signan a la campaña bonaerense.

 

Los dirigentes de Unión-Pro vienen denunciando pintadas y daños en sus locales -uno quedó destruido por un incendio en el Conurbano- y pasó desapercibido un ataque a tomatazos que sufrió el fin de semana pasado, por parte de un grupo de jóvenes, Francisco De Narváez durante una recorrida por un bastión del peronismo kirchnerista, José C. Paz.

 

Ocurrió en la capital federal, pero la reunión pública de esta semana de los tres referentes de ese espacio en la Provincia -Mauricio Macri, Felipe Solá y De Narváez-, se vio enturbiada por un hombre que "se instaló" a insultar al jefe de Gobierno porteño. Y la primera candidata a diputada nacional del Acuerdo Cívico bonaerense, Margarita Stolbizer, sufrió un episodio de agresión verbal durante una recorrida por el norte del Conurbano.

 

Estos brotes de signo violento tienen orígenes distintos. Quienes los sufren ven siempre la "mano" de un adversario en los ataques, y en algunos casos no habría dudas de que se trataría de acciones de quienes apelan a la peor de las armas de las guerras electorales. Pero en otros casos sería un gravísimo error no analizar estos episodios -aunque siempre injustificables- como expresiones del estado de crispación y rechazo de sectores sociales con "la política", al menos cuando ésta se torna "electoral".

 

Estos episodios de ira ciudadana se dan, sin embargo, en un contexto de desinterés por el actual proceso electoral que, como síntoma social, no debería preocupar menos que los estallidos de violencia.

 

A 35 días de los comicios, las encuestas vienen registrando un panorama apabullante: el 30% de los bonaerenses no sabe siquiera que hay elecciones, y del resto, la mitad no sabe qué se vota, qué se elige.

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