La tan accesible llegada a la gobernación bonaerense con el impacto de una imagen de nuevo estilo político ha sido reprocesada en los últimos meses, al punto tal que la cercanía al kirchnerismo y determinados actos de gestión no impidieron la mimetización con la política tradicional. No abunda mucho de aquel Scioli académico y diplomático que oteaba el horizonte para superar las conflictivas discusiones que ofrecía el escenario más rutinario y apostar al diálogo. Tampoco las acciones de los últimos días no se complementan con ese pensamiento.
Las suspicacias se han comprobado en cuanto el mandatario deja hacer el juego que menos le gusta que es la confrontación con la oposición. Pero ni una sola palabra dice para detener eventuales cortocircuitos. La ley impositiva fue un ejemplo. Defendió su espíritu, pero hubo un "mutis por el foro" ante reclamo previo de modificaciones, aprovechando las últimas semanas de una favorable ventaja numérica en el senado. Una vez aprobada la norma, invitó al diálogo al campo, uno de los principales sectores que denunció haber comprado más castigos que premios por esta reforma.
Respecto de esta ley clave para la gestión Scioli vale resaltar un detalle. Fue muy comentada en los pasillos del senado la ausencia de dos senadores provinciales de
La digresión por la reforma impositiva es tan importante como el anunciado alto en la carrera presidencial de Daniel Scioli.
Calificados voceros de su entorno niegan o disimulan toda expresión de sorpresa por tal renunciamiento del gobernador a las delicias del Sillón de Rivadavia y discutir los grandes temas nacionales con vista exclusiva hacia Puerto Madero.
A manera de un proceso mediático alegan que el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, el funcionario que ofició de vocero acerca de la decisión de Scioli, ya había adelantado en el año
Más allá de las anécdotas, los actuales portavoces señalan que nunca hubo una declaración pública certificada de funcionario alguno que hubiera lanzado la candidatura presidencial de Scioli, con lo cual, aluden hubo un exceso de creatividad e imaginación, en ese sentido, por parte del periodismo político. Esto más allá de que, como sucedió, corrieron caudalosos ríos de tinta sobre la aventura presidencial de Scioli con trascendidos de esa naturaleza que no fueron desmentidos durante meses.
El tan mentado "operativo despegue" (que la historia inscribirá en la lista de intentos frustrados), contactos con economistas nacionales y políticos de alto vuelo inducían a pensar en la plataforma con dirección hacia la escena nacional. Para el sciolismo, nada de esto existió y todo quedó como algún globo de ensayo para ingenuos. Tal vez más de un operador haya malgastado su crédito como fuente ante tamaña cantidad de exageraciones e inexactitudes.
Lo importante ahora para el Sciolismo es reforzar el propio terreno en el cual se transita. "La Constitución es sabia y permite que se puedan completar en un período adicional obras que pueden quedar pendientes cuando hay verdadera gestión", se ufano el interlocutor oficialista.