Está claro que el llamado diálogo político, que se instrumenta a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires, sólo es una pantalla que a lo sumo sirve para tejer acuerdos entre los integrantes de la corporación política.
Uno de los pocos sectores que parece no estar dispuesto a sumarse a este juego es el campo, que reclama soluciones concretas y urgentes. Por ahora las entidades agropecuarias no lanzarán medidas de fuerza, pero los ruralistas se oponen a la dilación que propone el kirchnerismo. Y esa es la razón principal por la cual fracasó el encuentro del último viernes. Los miles de productores del interior de la Provincia, que estaban a la expectativa de lo que se resolvía en la reunión, no hubiesen tolerado que la dirigencia agropecuaria se conformara con las promesas vacías del Gobierno nacional.
Es una película que ya vieron muchas veces y cuyo final difícilmente ahora sea diferente. En definitiva, en el conflicto del campo, son las bases, los chacareros que están atravesando por una crisis sin precedentes y que lo único que reclaman es que haya condiciones para poder producir, los que están poniendo las condiciones.
Distinto es el accionar de gran parte de la dirigencia política. Es así como, días atrás, aquellos que se tiraron munición gruesa durante la campaña electoral y realizaron duras acusaciones cruzadas -algunas de ellas terminaron en
Pero nada es casualidad. No son pocos los que ven una suerte de acuerdo político detrás de toda esta movida, de cara a las elecciones de 2011, donde Francisco De Narváez intentará ser gobernador mientras que Daniel Scioli tiene el sueño de llegar a
El reacomodamiento peronista es tal que el tema de la conducción del Partido Justicialista prácticamente salió de la agenda de debate. Y así Daniel Scioli se garantizó la continuidad como titular del partido, cuando hace tan sólo unos días parecía que su situación era insostenible, dado que había heredado la conducción del derrotado Néstor Kirchner. Ahora, por arte de magia, ni siquiera está contemplado una convocatoria del Consejo Nacional del partido que debería definir el futuro del PJ en la era poskirchnerista.
El aglutamiento del justicialismo también llevó a que Scioli le abriera las puertas de su gabinete a los barones del Conurbano, ofreciéndoles ministerios y cargos clave en
El argumento que muchos dirigentes del PJ esgrimen para justificar el acercamiento entre Scioli, Felipe Solá y Francisco De Narváez es que, según ellos, la sociedad reclamó diálogo en las elecciones del 28-J. Pero ésta es una lectura bastante parcial de la realidad. La sociedad sufragó contra el kirchnerismo, contra una forma de hacer política que se había agotado en sí misma, pero con su voto los bonaerenses no dieron vía libre para los contubernios y acuerdos secretos. Todo lo contrario.
Elisa Carrió tenía cierta razón cuando decidió no sumarse al circo del diálogo y afirmó que el lugar de debate en todo caso debería ser el Parlamento, y no los despachos oficiales. La intransigencia de Carrió la distanció de sus propios aliados. Ahora existe expectativa respecto a qué sucederá cuando vuelva al país de sus vacaciones, el próximo 6 de agosto. Ocurre que la decisión de los dirigentes del GEN y de