Opinión

Matar o morir olvidado

Leyendo el otro día una noticia de un diario muy conocido, me impactó cómo un adolescente de un barrio en los suburbios de Pilar dio muerte a su hermana mayor y a su sobrino, aduciendo que sentía celos porque a los mismos “les iba mejor en la vida que a él”. El muchacho, parece que solía matar además animales en la calle, especialmente perros y jactarse de esto.

 

Me impactó más porque conozco Pilar, he atendido allí, he sido psicopedagoga de un colegio bilingüe muy conocido. Y siempre observé o intenté observar con una mirada amplia y sin hacer generalizaciones “el fenómeno Pilar”. Cómo esta zona de la provincia de Buenos Aires crecía a pasos agigantados, se llenaba de countrys, autos último modelo, gente (alguna) con filosofías de vida despampanantes, que nada tiene que ver con una Argentina emergente y en pleno subdesarrollo. Y me pregunto si este hecho, como otros similares algo  tendrán  que ver con esto, con estas diferencias tan notorias y abruptas, donde del otro lado del muro de cualquier barrio cerrado, hay villas de sobra, si algo tendrá que ver con lo que algunos autores denominan la violencia estructural, que es aún más grave y difícil de erradicar que la violencia directa, tangible.

 

El abandono que hace el estado, el olvido de los olvidados. Y no hablo levantando las banderas de una ideología política, porque verdaderamente no la poseo. Ni de convocar al asistencialismo, sino al trabajo, a la búsqueda de dignidad, de posibilidades, de educación.

 

La violencia se ha definido como: hechos visibles y manifiestos de agresión física que provocan daños capaces de producir la muerte, o como formas de agresión de individuos o de una comunidad que no se traducen necesariamente en un daño físico, como el homicidio, los golpes, la violación, etc.  Por otro lado, existe la violencia estructural, aquella que se identifica directamente en las condiciones estructurales de la sociedad, y sus consecuencias no se pueden atribuir a sujetos específicos ni se pueden deslindar sus causas con facilidad.  La violencia estructural se evidencia cuando la vida política y social aísla y margina del bienestar social a importantes sectores de la población.

 

 Las agresiones callejeras: asaltos, secuestros, robos, etc., se asumen sólo como problema de orden público de competencia legal; se considera que la violencia que causa lesiones y demanda atención médica es un problema de salud y la violencia intrafamiliar parece de exclusiva responsabilidad de los movimientos feministas o de organismos estatales.

 

 Los hechos de violencia suelen considerarse como imprevisibles e inmodificables, difíciles de evitar y se piensa que a lo más que se puede aspirar es a registrar su frecuencia, tratar de restaurar los daños causados y en el mejor de los casos sugerir algunas prácticas preventivas, básicamente en el ámbito de la conducta individual. 

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