LA PLATA, Marzo 28.-Desde hace semanas, el Gobierno nacional repite, como una letanía, que prácticamente todos los males económicos que padecen los argentinos desaparecerán una vez que se concrete el nuevo canje de deuda, que ya tiene el aval de la comisión de valores de Estados Unidos y que comenzaría a cristalizarse dentro de 15 días cuando el Gobierno K oficialice su oferta a los acreedores.
Pero la realidad, que es la única e irrefutable verdad, dirá otra cosa: el único sector que se beneficiará con esta operatoria, y con el uso de reservas para pagar los vencimientos de deuda, será la patria financiera, el grupúsculo de banqueros y empresarios amigos de la administración K.
De poco servirá este acuerdo con tenedores de bonos para el 40% de la población que está en situación de pobreza, y que sufre en carne propia la inflación; tampoco habrá créditos blandos para adquirir viviendas o impulsar la producción, y generar así nuevos puestos de trabajo. Estos problemas, que son los que realmente sufren los argentinos, requiere de otro tipo de soluciones. Y para avanzar por ese camino se debería apuntar a modificar la estructura económica de nuestro país, que fue instaurada a sangre y fuego por Martínez de Hoz hace 34 años y que responde a los intereses de los mismos sectores que ahora se rasgan las vestiduras para que se pague la deuda sin importar su legitimidad.
El Gobierno oculta que, desde
Pero el tipo de razonamiento que utilizan los Kirchner, de querer pagar la deuda y arreglar como sea con los acreedores que quedaron fuera del canje de 2005, no es nuevo en la historia reciente de nuestro país.
En el año 2000, la entonces administración de Fernando de
En el año 2005, el tándem Néstor Kirchner y Roberto Lavagna retomaron el camino de favorecer al poder financiero. Realizaron un canje de deuda con quitas del 65%, pagando millonarias comisiones a los bancos que participaron en la operatoria y gritando a los cuatro vientos que nunca iba a ser reabierto. Acusaron a los acreedores que no arreglaron de ser fondos buitres que querían especular con los bonos de la deuda argentina.
Cinco años después, poco cambió.
El gobierno de la provincia de Buenos Aires sigue, con suma atención, el nuevo proceso de canje, ya que, una vez que se concrete, la administración bonaerense saldrá a colocar deuda por 1.100 millones de dólares en el mercado internacional. Las autoridades provinciales reconocen que pagarán una tasa del 11% después del canje, cuando actualmente estaría abonando entre 13 y 14% (Grecia, un país en crisis extrema, está accediendo a un financiamiento con tasas al 6%). ¿Una baja de dos o tres puntos porcentuales justifica realizar una nueva entrega a la banca internacional? Pareciera, en definitiva, que vuelven a a cometerse los mismos errores del pasado.
La realidad es que la administración provincial necesita encontrar de forma urgente recursos para poder paliar el abultado déficit crónico de las cuentas bonaerenses. Pero ello también se podría conseguir modificando el esquema de distribución de recursos coparticipables en
Scioli, en la semana que pasó, blanqueó que mañana, durante una reunión que mantendrá