El país

Hay que achicar la mesa, mamá

CAPITAL FEDERAL, Mayo 08.-( Por Mario Wainfeld) Dos presidenciables menos, un record que casi no es noticia. Las primeras posiciones. El revival radical. Las perspectivas para el Congreso. Santa Fe y Córdoba, dos provincias para mirar. El vértigo de los cambios, lo que revela y lo que queda pendiente.

 

Como se ha hecho rutina desde las lejanas elecciones en Catamarca (hace menos de dos meses), en esta semana hubo presidenciables que depusieron su candidatura. Fueron dos, que son muchos pero parecieron menos porque eran retiros preanunciados. El panorama de las listas que efectivamente se presentarán sigue indefinido, porque la movilidad táctica de las oposiciones es notable. Pero se va configurando favorable a los dos únicos partidos con implantación nacional. El Frente para la Victoria (FpV) y el radicalismo bregan por el primer y segundo puesto, por ahora en ese orden y a distancia considerable. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner domina el escenario, el diputado Ricardo Alfonsín cosecha su siembra, soñando con polarizar en una primera vuelta que parezca una segunda.

 

En la competencia principal se sostiene la primacía oficialista. Si se mira al Congreso, el radicalismo tiene buenas perspectivas de acrecentar sus bancadas pues compite contra sus discretas performances de 2007 en Diputados y 2005 en Senadores. Para el kirchnerismo, que arrasó en esos años, conservar lo que tiene sería un buen desempeño.

 

Las otras ofertas opositoras naufragan en castigo a su inoperancia. El jefe de Gobierno Mauricio Macri y el diputado Fernando Solanas tienen posibilidades en la Ciudad Autónoma. Para cualquiera de ellos (en especial para el líder de PRO, que arriesga más porque pone en juego su único distrito) morder el polvo sería (por la parte baja) un retroceso formidable. Ambos desguarnecieron su armado nacional.

 

Macri se comprometió ayer a llevar una fórmula para octubre. Nada puede aseverarse definitivamente pero cabe arriesgar que, hoy por hoy, es poco más que una bravata. Carece de candidatos que puedan imantar votantes. Su salida (en esto similar a la de Solanas) no tendrá efecto neutro sobre los potenciales votantes. Costará motivarlos para que se jueguen por un muletto. Bajar los brazos y clamar “síganme” es una incongruencia...

 

El resto de los integrantes del Grupo A continúa disperso y sin liderazgos, muy mala nueva a poco más de cinco meses del desenlace.

 

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Duhalde y Carrió: El ex presidente Eduardo Duhalde se lanzó en el Luna Park, entornado por un tren fantasma de dirigentes, casi ninguno ajeno a la provincia de Buenos Aires. Su discurso, en el que asombrosa y falazmente se describió como un perseguido de la derecha peronista de los ’70, ostentó su optimismo de la voluntad. O acaso su tenaz afán de servir de ambulancia a la dirigencia peronista no kirchnerista, una especie que propende a la consunción si no a la extinción. Para colmo de males, el gobernador Alberto Rodríguez Saá está de punta contra él y sostiene su candidatura. Incluso continúa la excepcional interna abierta donde participa uno solo. De cualquier manera, el puntano muestra dos ventajas respecto de Duhalde: su reputación de buen gobernante y haber realizado una discreta elección en 2007, que nadie evoca ya.

 

La diputada Elisa Carrió conserva su intransigencia crítica y su candidatura. Siempre es hábil en campaña, suele superar los pronósticos del inicio. En este momento, empero, las encuestas le dan fatal, un dato que aspira a remontar pero que la coloca en el piso más bajo que conoce desde 2003. La radicalidad de su mensaje opositor y sus dotes de candidata son su caudal; la perspectiva de que el voto útil de los opositores se canalice hacia la UCR, uno de los riesgos que afronta.

 

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Juguemos al TEG: Las defecciones sucesivas alientan fantasías en el radicalismo y en los grandes medios. Para los boinas blancas es una hipótesis de trabajo que estimula febriles intentos de articulaciones electorales. La más vistosa (y chocante, desde el purismo ideológico) es la entente en la provincia de Buenos Aires con el diputado Francisco de Narváez. Esas ingenierías están en cocción, ninguna puede desecharse de antemano. Pero albergan dificultades arduas, que sólo el trazado en una mesa de arena puede ocultar. Ya es complicado conseguir que los ciudadanos acompañen a cualquier fuerza porque los votantes cautivos o con identidades partidarias inmutables son minoría. Mucho más peliagudo es “derivar” votos a granel hacia figuras de otros linajes o pensamientos. Amén de ese detalle, existen los intereses de la dirigencia propia, que debería ceder espacios para fo

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