CAPITAL FEDERAL, Abril 24.-(Por Mario Wainfeld) Las condenas dispuestas por Casación, un avance contra la impunidad. La culpa, una opción correcta. Los pasos que faltan, el itinerario en los tribunales. El mensaje del tribunal. Las consecuencias políticas que derivaron de Cromañón. Un balance de lo sucedido, mientras
La sentencia de
El fallo, que no es definitivo, redefine la respuesta institucional. Condenas a los procesados, la caída de un jefe de Gobierno, lugar destacado en la agenda pública durante más de un sexenio. Con idas y venidas, eventuales desbordes y decisiones discutibles de poderes del Estado (todas lo son, al fin) no hubo impunidad, en buena hora.
Las condenas al empresario Omar Chabán, al representante y los músicos de Callejeros, a policías y a funcionarios dan cuenta de que hubo responsabilidades plurales y compartidas. Muchas provinieron de quienes, por su rol, tienen el deber de cuidar de los otros: los funcionarios, el empresario organizador, las fuerzas de seguridad, en alguna medida los artistas rockeros.
Esta columna aspira (más que a justipreciar el acierto de la sentencia, que sobrevolará) a dar un panorama de cómo procesaron el sistema político y los tribunales un hecho atroz, de dimensiones históricas, que fue un producto humano.
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La culpa, las culpas: El cronista comparte el criterio de
Las coordenadas del sistema penal son distintas a las que proponen víctimas adoloridas (justificadas en su reclamo pero sin rango técnico para evaluar asuntos legales complejos) e irresponsables “formadores de opinión”. Los pilares del proceso, la presunción de inocencia y el principio “in dubio pro reo” corren en sentido opuesto. No sólo todos somos inocentes hasta que una sentencia firme determine lo contrario. También es forzoso que, en caso de duda, se opte por la interpretación más favorable al acusado. Si hay tipos penales en conflicto y hay dudas, debe elegirse el que tenga la pena más benigna. Si se duda sobre si una conducta es dolosa o culposa, ha de juzgarse que es culposa.
En Cromañón, la acumulación de irregularidades y negligencias fue enorme. La intención de dañar o aún el supuesto conocimiento sobre la inminencia del estrago son hipótesis difíciles de comprobar.
Casación, pues, resolvió bien sancionando por incendio culposo seguido de muerte y acumulando (“concurso” en jerga forense) ese delito con otros, variados, cometidos por distintos protagonistas: cohecho en algunos casos, incumplimiento de los deberes de funcionario público en otros.
Hay quien se enardece porque piensa que las sanciones son leves. Quien tabula como minucia los once años de cárcel que puede recibir Chabán no sabe lo que es una cárcel. Y no repara en que un homicidio simple sin agravantes, para un delincuente primerizo, difícilmente supere una condena de ocho años.
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Concausas: El conjunto de los familiares jamás fue unánime en sus reclamos, métodos o propuestas. Quizá era imposible, habid