Ariel Cualina tiene su carro de comidas rápidas en Monteagudo y Avenida de Mayo. El 30 de agosto sufrió un allanamiento por narcotráfico y después recibió a Bromatología, ente que le clausuró su espacio, por no estar en condiciones.
“Lo que más me dolió fue eso, tengo una familia y un nombre, jugué toda la vida al fútbol, me conoce todo Pergamino, ahora me ganó el pan vendiendo hamburguesas. El 30 de agosto a las 11, en pleno laburo, con el carro lleno, me hicieron el allanamiento anti-droga, me dieron vuelta el carro, estuve hasta las 4 de la mañana, pero no solo eso, ignoraba que estaban en mi casa”, comenzó con el relato.
“Estaban mis tres hijos y mi señora, entraron con armas largas, una locura. Yo desconfío de todo el mundo, tengo mucha clientela y alguna mano negra debe haber, lo único que quiero es seguir trabajando, somos tres familias y un chico discapacitado con el que trabajo”, expuso.
Las consecuencias por tener cerrado el carro para Ariel son muy altas: “yo no tengo el pan para mis hijos y él tiene una vida muy cara”, haciendo referencia a su compañero.
“Después del allanamiento no pude abrir más, porque vino Bromatología llamado por ellos después de que me habían ensuciado todo el carro”, prosiguió.
Ariel sospecha que puede haber algo personal: “me dan vuelta el carro, no lo pude limpiar como lo hago todos los días, ni baldear la vereda, de a poco lo iba poniendo en condiciones y en cuanto abrí cayó Bromatología, les expliqué, pero no les importó nada”.
Además, agregó que “el carro estuvo cerrado, cuando le pedí a Emilio abrirlo, a los dos meses lo secuestran, tuve que ir a la Municipalidad y me lo pusieron en Monteagudo, el Municipio elige el lugar desde atrás de un escritorio, nadie sale a ver la realidad”.
“Javier Martínez tiene que tener gente capacitada al lado de él, gente que no tenga odio, que sean flexible, cualquiera te difama, yo hoy estoy sin laburo, dos de mis hijos no duermen porque se quedaron con miedo”, prosiguió.
Sin respuestas concretas, no sabe hasta cuándo estará sin trabajar: “ahora me tengo que llevar el carro porque si no me lo secuestran, no sé qué va a pasar, tengo tres chicos que van a la escuela, el que me conoce sabe que yo laburo 15 horas por día, por eso vendo mucho”.
“Me siento perseguido y sin laburo”, cerró Ariel después de pasar por el allanamiento y por la clausura de su carro, dejando en claro que solo quiere trabajar.