LA PLATA, Julio 19.- (Por Marisa Alvarez) Aún sin haber salido del anonadamiento, el oficialismo bonaerense dio en la última semana algún paso firme en su intento de reconstitución tras la derrota. Avanzó, de la mano del gobernador Scioli y de los intendentes del Conurbano, hacia la formación de una especie de "frente provincial" de objetivos arduos: evitar la dispersión y revertir la fuga de poder y adhesión ciudadana que le dejaron los comicios.
También -y por sobre todas las cosas- ir mostrándose como un universo reconcentrado en sus obligaciones de gestión, unido, autónomo -al menos por un buen tiempo- de jefaturas o liderazgos que habiten fuera de los límites de su comarca. De la jefatura, en fin, de Néstor Kirchner. Con todo, el avance se da en días de recrudecimiento de señales inquietantes.
Para sus armadores, ese "frente" es sinónimo de "el peronismo bonaerense", el que jugó hasta el 28 de junio inclusive como kirchnerista. La idea es, primero, recomponerse de la crisis posderrota electoral; y luego, buscar una identidad -y figuras de proyección nacional- que, pese a su enorme y respetado poder electoral, el PJ bonaerense casi nunca tuvo. Supo no tener, siquiera, nítido candidato propio a gobernador. Por sobre las dificultades actuales, algunos ya se entusiasman. "La fórmula presidencial del PJ del 2011 tendrá que tener un bonaerense", auguran.
Por lo pronto, los análisis coinciden en que, tras la estrategia del abroquelamiento, la segura designación del intendente de Avellaneda, Cacho Alvarez, como ministro de Desarrollo Social, constituye un avance y un aporte para el fortalecimiento político del gabinete de Scioli. Alvarez llegará hasta allí con el respaldo de jefes comunales del sur del Conurbano y de otros referentes peronistas.
La intención del Gobernador es sumar otro intendente a su equipo de ministros. Sería en una segunda etapa. En diciembre, cuando la titular de Infraestructura, Cristina Alvarez Rodríguez, asumiría la banca de senadora provincial que -en principio como candidata testimonial- consiguió el 28 de junio. Y para equilibrar cargas regionales, en esa cartera desembarcaría un jefe comunal del norte-oeste del Conurbano.
Hay dos candidatos fuertes para ese ministerio. Alberto Descalzo, de Ituzaingó, y Raúl Othacehé, de Merlo. Pero la elección de uno u otro no significaría exactamente lo mismo.
La incorporación de intendentes peronistas al gabinete provincial se da en el marco del derrumbe de la relación entre los jefes territoriales bonaerenses y Néstor Kirchner (que los acusa de haberlo "traicionado" porque la mayoría sacó muchos más votos que él); y de la decisión de Scioli de defenderlos de eventuales "venganzas", como la paralización de las obras prometidas por
Y en ese contexto, aunque aplaudida por la dirigencia peronista bonaerense, la de Alvarez no es una designación que haya molestado a Kirchner. Aunque por "muy poquito" -2 puntos-, el ex Presidente ganó en Avellaneda y Alvarez, que obtuvo sólo 3,3 puntos más que él, no figura en su lista de traidores. Othacehé tampoco. En Merlo, Kirchner se impuso a De Narváez por casi 11 puntos y el intendente quedó incluso medio punto por debajo del ex Presidente. Descalzo, en cambio, es uno de los blancos de la ira post-electoral de Kirchner: en Ituzaingó ganó De Narváez -por "muy poquito", 0,40%- y el intendente triunfó por 9 puntos. Estos tres alcaldes, vale aclarar, fueron candidatos testimoniales a concejales.
El tema es que tampoco una tercera opción -ni Descalzo ni Othacehé- le evitaría a Scioli que la elección tenga rebote -negativo o positivo- en Olivos. Allí todos los referentes del PJ bonaerense están fichados, unos en la lista de los traidores y otros -"muy poquitos"- en la de los leales, al margen de que Kirchner se sienta decepcionado por "el peronismo" todo.
Ni siquiera Scioli parece salvarse de los enojos que se cocinan a fuego máximo en Olivos. Los que visitan a Kirchner aseguran haberlo escuchado cuestionar movimientos y dichos post-electorales del Gobernador. Y aunque el mundo entendió que, al renunciar, lo había elegido su delegado al frente del PJ nacional, Kirchner suele comentar que dejó la jefatura del partido "convencido de que Scioli también iba a dimitir, para que Capitanich -el gobernador chaqueño- quedara a cargo".
SEÑALES INQUIETANTES
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