El Partido Justicialista recuerda a la “abanderada de los humildes” y anuncia que mañana a las 11:00 concretará un acto en la plaza que lleva su nombre y luego llevará flores a su retrato del hall central ubicado en la Terminal de Ómnibus local.
El Partido Justicialista que preside Manuel Elías, conmemora el 58 aniversario del fallecimiento de Eva Duarte de Perón, a través del siguiente texto emanado de la Secretaría de la Mujer, a cargo de Mariela Ghio.
Julio es un mes doloroso en el calendario peronista. Julio es un mes de ausencias. Durante este frío período partieron la grandeza estratégica de Juan Domingo Perón y la identidad apasionada de Evita. La Abanderada de los Humildes inició su tránsito a la inmortalidad a las 20:25 del 26 de julio de 1952, mientras una marea de sufrimiento y de soledades compartidas ensombrecía el país.
No resulta sencillo escribir sobre este ser excepcional, que perdura en la memoria y en el corazón de millones de argentinos y cada día con más fuerza. Y no es fácil porque ya se ha dicho todo sobre ella, a la par que su nombre ha ido creciendo místicamente. Amada y venerada desde todos los sectores populares. Odiada, prohibida y hasta desaparecido su cuerpo por las clases dominantes que nunca le perdonaron su irrupción plebeya, transgresora, auténticamente revolucionaria en el epicentro de una sociedad y una cultura conservadora, rígida y excluyente.
Evita hizo de la causa de la Justicia Social su propia causa, ofrendando por ella todo lo que tenía, hasta su propia vida. Y lo hizo de manera fervorosa, combativa. Así lo explicaba ella con sus propias palabras: Luchamos por la independencia y la soberanía de la Patria, por la dignidad de nuestros hijos y de nuestros padres, por el honor de una bandera y por la felicidad de un pueblo que había sido humillado y sacrificado en aras de una avaricia y un egoísmo que no nos ha dado sino dolores y luchas estériles y destructivas. Cuando el pueblo sea definitivamente feliz y la Patria definitivamente grande, ser peronista será un derecho. En nuestros días, mientras marchamos sin pausas tras este ideal, tras esta meta, ser peronista es un deber” (discurso pronunciado el 17 de octubre de 1949).
Sí, para Evita la militancia era un deber. Y por eso dedicó cada instante de su corta trayectoria política a concretar una formidable tarea reivindicativa para reparar de manera efectiva demasiados años de injusticias sociales. Su norte era terminar con la eterna postergación de los pobres, los humildes, los débiles. Por eso, para ella la militancia cobraba el sentido de una búsqueda de la plenitud y la felicidad para los otros. Era un viaje hacia los pobres para derrotar a la pobreza. Porque Evita encontraba su ser y su realización en el ser y la realización de los que quería ayudar y para hacerlo se hacía parte de ellos. Así lo testimonio en su último documento:
“Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver también sus grandezas” (“Mi Mensaje”).