CAPITAL FEDERAL, Mayo 29.-(Por Mario Wainfeld) Las tendencias y el papel de lo imprevisible. Cambios en los escenarios provinciales. Ser local rinde menos, en el fútbol y en las urnas. Miradas sobre Santa Fe, Capital y Tierra del Fuego. Córdoba, una movida que altera el tablero. Lo que ya cambió en Chubut. Los radicales apuestan al Colorado, los socialistas cavilan. Y algo sobre una fiesta de ayer.
Hoy día, en España, se da por hecho que el PSOE caerá en las próximas elecciones generales, sean adelantadas o sean realizadas el año próximo. Dos meses antes del atentado de Atocha, el ahora presidente José Luis Rodríguez Zapatero también tenía todas las de perder. De improviso merced a fuerzas exóticas, todo cambió.
En igual sentido, el impacto producido por las acusaciones contra Dominique Strauss-Kahn conmociona las coordenadas de la política francesa, entre otras variables. En el plano local, los resultados de Catamarca y Chubut dieron por tierra con favoritos firmes, muy instalados y con sobrados motivos para suponerse vencedores. A cinco meses de las presidenciales es válido computar esos datos. Nadie gana en las vísperas, mayo no es octubre... lo que no quita que las tendencias existan y tengan su peso predominante. Casi nunca “ocurre” Atocha, no todos los candidatos papábiles son acosadores u obsesos sexuales incontinentes.
Volviendo a lo doméstico, la tendencia electoral varió mucho respecto de hace un año, dos o tres. Tanto en la nación como en las provincias. El cuadro de situación es bien diferente aunque (se consigna por última vez como contorno de toda esta nota) jamás irrevocable.
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Lo general: En lo nacional, la referencia es remanida: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se asentó como principal favorita y centro de la política. Su preeminencia indujo a presidenciables opositores a disminuir sus ambiciones. Sus adversarios imaginan ingenierías electorales enmarañadas o fantasean con los conflictos internos de la coalición gobernante. En 2007, cuando el kirchnerismo también primaba con holgura, las ilusiones se depositaban en un colapso energético o en una disparada inflacionaria o en la fatiga ciudadana por el exorbitante precio del tomate (¿se acuerdan?).
La impresión es que, como en un torneo de fútbol, el que va puntero debe precaverse más de sus errores que de las tácticas del adversario. El kichnerismo ha cometido algunos de porte menor pero, en promedio, maneja la gestión y la acción política con sensatez, de cara a sus propios fines. La economía rinde sus frutos, las paritarias sintonizan bien con la inflación real, los índices de desempleo se sostienen bajos, el consumo escala en casi (merece subrayarse el “casi”) todos los escalones de la pirámide social.
Dormirse en los laureles antes de cosecharlos es una tentación que parece rondar más a acólitos de
La oratoria de
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Lo particular, Chubut: Lo sucedido en 2003 y 2007 inducía a suponer que en la disputa de las gobernaciones se sostendría la primacía de los oficialismos locales. Las ventajas propias de cualquier oficialismo se potencian en tiempos de bonanza económica, dinamización de la actividad exportadora y del turismo, obra pública intensa. El autor de esta nota apostaba, meses atrás, a una factible repetición del promedio de 2007: 18 locales, 6 visitantes. Hoy, el score pinta para terminar más parejo, muchas ciudadelas aparentemente firmes están asediadas. La aprobación creciente al gobierno nacional incide, también la diáspora opositora. Cuantitativamente, todo puede pasar. Cualitativamente, el escenario es otro.