El país

En el Limbo

CAPITAL FEDERAL, Septiembre 11.-(Por Mario Wainfeld) Un estadio extraño, entre las primarias y las presidenciales. Profundizar o no ser, he ahí la cuestión. El viento de cola, una pobre explicación. Pilares del modelo, que fueron apareciendo. Desafíos en ciernes: educación, salud, vivienda, transporte. Las miradas y las preguntas en Palacio. Gestos y señales de la Presidenta.

  

El ex presidente Néstor Kirchner se refería al Infierno y al Purgatorio para explicar los objetivos y la dimensión de los logros de su gobierno. Para pintar el (curioso, interino y rotundo) escenario diseñado por las primarias tal vez se pueda acudir a otra imagen: la del Limbo.

 

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no ha sido reelegida pero todo indica que lo será. Las diferencias con sus adversarios se conocerán cuando cuadre, el día señalado, pero en sustancia se dan por hechas. Está terminando el mandato, en campaña para conservar o incrementar su apabullante caudal de votos. Pero en el Agora, entre las corporaciones o en Palacio, se obra como si ya se viviera la transición o el comienzo del segundo período de la Presidenta, tercero de su partido. Se anticipan los debates y las acciones... hasta un cierto punto. Sin primarias, lo primordial sería conocer las encuestas. Hoy día, es pispiar el horizonte y atender a “qué hará Cristina”.

 

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Qué querrá decir: Profundizará el modelo, anuncian los leales. Profundizar es chavizar, simplifican y quieren aterrar los opositores agoreros. Tal vez valga la pena pensar qué quiere decir, en cada caso, “profundizar”. Repasar qué ocurrió en los recientes cuatro años es un antecedente interesante. Traducir algunas señales de la Presidenta, un ejercicio inevitable, acaso prematuro, porque sus discursos y gestos de hoy tienen (en proporciones indiscriminables) elementos de campaña y de señal hacia el 2012.

 

Por lo pronto, expresándolo con una demasía, sería ridículo esperar algo similar a un programa cuatrienal. Ni la Argentina ni la aldea global habilitan esos ejercicios. Baste mirar lo que ocurre en el techo del mundo cuyos gobernantes chapucean (y, ay, improvisan) en el día a día, sin que les alcanzaran siquiera las inversiones fabulosas realizadas dos años atrás (ver asimismo nota aparte). En el caso del gobierno de Cristina Kirchner, las medidas más rotundas de profundización son ajenas a su libreto (y a su imaginario) de 2007. La estatización de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y aun el pago de deuda con reservas del Banco Central fueron acuñados en la coyuntura y devinieron pilares. La última (la más afín al paradigma previo) data de marzo de 2010, fecha desde la cual primó la continuidad sobre las novedades.

 

De todas formas, si no hay una cartilla para escribir, sí hay de-safíos o dificultades planteados. Instrumentos menos eficaces que antes, variables menos alineadas, objetivos novedosos.

 

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Lo que el viento no llevó: El contexto general es de mejora, de punto a punto. El viento de cola es pobre insumo para explicar todo, por varios motivos. Mencionemos los dos más básicos. El primero es el punto de partida en el que, lejos de tener un bergantín con velamen desplegado y flamante, se flotaba malamente en una balsa de madera podrida y sin remos. Con un Estado inerme, poder político débil, cuasimonedas empapelando el mapa nacional, desempleo record, salarios de miseria.

 

El segundo motivo es que había alternativas al rumbo elegido. El desendeudamiento, que implicó un viraje notable en las acciones soberanas y riesgos extremos, no flotaba en el viento ni en los paradigmas dominantes. La política de creación de empleo, la lucha contra el trabajo informal, la restitución de las paritarias con sentido fueron opciones virtuosas, vaya si había otras en la caja de herramientas.

 

El país no arrancó de cero, sino de magnitudes negativas. El oficialismo hizo lo suyo. Y la gente de a pie acompañó con esfuerzo, con la proverbial laboriosidad y capacidad de rebusque “argentas”. Y también, conducta escasamente reconocida y enaltecida, con autocontención y templanza frente a privaciones brutales, confiscaciones de sueldos, jubilaciones y ahorros, caída a extremos jamás concebidos. La gente de a pie bancó y no se desbordó. Ahora, todo lo indica, acompaña al

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