Reflexión

Diferentes tácticas pero un mismo enemigo: los pueblos, el trabajo y la producción

Por Jorge Solmi (*), especial para PergaminoCiudad.
Por Jorge Solmi (*), especial para PergaminoCiudad.

Una nueva protesta del agro que se inicia en la pampa gringa, se extiende hoy por todas las rutas.

 

En una asamblea que se realizó en Peyrano el 21 de agosto, los productores aclamaron las medidas de protesta surgidas. Pero todo era llegando al Día del agricultor, el Histórico 8 de septiembre.

 

Pero resulta que  otra vez los caprichos de la yunta presidencial puso en evidencia sus aviesas intenciones que cada vez que soslayamos se nos acusa de oposición recalcitrante.

 

Desde aquel 11 de marzo en el que la atropellada calafateña encontró un sosegate en el campo  las estrategias y las tácticas han ido variando, pero el enemigo continua siendo el mismo: el interior provincial, su red social y productiva.

 

Comenzaron con el enfrentamiento callejero lanzando hordas de piqueteros adictos  azuzadas por el discurso fragmentario desde el atril presidencial contra la movilización ciudadana, el movimiento social se dividió en dos: el K, con “planes sociales”, prebendas y punteros y el  disidente, luchando contra la desigualdad desde la desigualdad, poniéndole el pecho  las cooperativas, los comedores, al paco, tratando de contener y dar respuestas ausentes desde el gobierno, rico en Jaimes, aviones, barcos y valijas.

 

La relación continuó, luego, en un acto fellinesco, con falsa humildad la presidenta “ruega compasión”, cándido, responsable y conciente, el agro acepta  y se somete a la dirigencia a un salvaje esmerilamiento durante 30 días de una maratón negociadora y mediática especulando con la sobreexposición y el fracaso, sin la minima voluntad oficial de llegar a nada.

 

El oficialismo pone en escena un nuevo acto, “vayan al congreso con sus problemas”, allí, entre amigos, interesados y apretados, se llegaba al número que se pretendía para demostrar socialmente que el campo no se banca la democracia. Nuevo fracaso oficial estrepitoso.

 

La victoria parlamentaria no trajo soluciones, no es solo con unos puntos de retenciones como se revierte el saqueo de años.

“La política no nos deja luchar contra la crisis, hay que adelantar las elecciones”, era el nuevo discurso, y se desafió al interior con ir a las urnas. Y la Urnas hablaron, el oficialismo no la escuchó, “ganamos en El Calafate”, dijo.

 

La escena pasó al Congreso. Renovaron la tenencia del poder supremo con votos legales pero ilegítimos, de quienes ya no representan al pueblo, la Constitución Nacional consagra que el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes, y la mayoría obtenida es con votos de quienes perdieron las elecciones, que no renuevan sus mandatos, de quines tendrían que tener la grandeza de defender los intereses de aquellos  los votaron hasta el ultimo momento y no de entregar las facultades que les dio el pueblo, a espaldas de éste.

 

Como casi la mitad de los diputados están muy ocupados leyendo los clasificados los domingos para ver que hacen a partir del 10 de diciembre, se han distraído y votaron unánimemente  por error algo que a los Duques  de El Calafate no le gustó y no les quedo otra que vetarlo. A ver si queda claro: “¡ustedesh están para votar lo que nosotrosh decimosh, si no para que invertimosh tanto en una ley de facultadesh delegadash!!!” parece haber dicho, sonora,  la voz  en el teléfono.

 

La desintegración es evidente, pero la desintegración política, con una oposición que no parece dispuesta a concretar lo que evidenciaba antes de las elecciones, cuando se mostraba indisoluble y priorizando los grandes temas nacionales frente a las apetencias personales de lejana concreción.

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