Las cosas no habían empezado bien para la selección argentina en el mundial. El empate contra Islandia había desnudado a una selección sin juego y con pocas ideas creativas que tras el gol de los “Vikingos” se había atascado.
El penalti fallado por Lionel Messi que hubiera podido suponer la victoria quebró el equilibrio mental de un conjunto que llegó al mundial con las expectativas de siempre pero sin un plan concreto. El dt Jorge Sampaoli había sido llamado hace un año a cambiar el rumbo errático de una selección con más dudas que certezas y de él se esperaba una vuelta de tuerca importante.
Ejercicio de 10 vs 7.
— Jorge Sampaoli (@SampaoliOficial) 25 de marzo de 2018
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Pero el segundo partido ha sido otra muestra del pésimo momento de los argentinos, que ahora están al borde del precipicio y tienen pocas opciones de darle la vuelta a una situación dramática.
Croacia ha aplastado a Messi y cia como bien demuestra el 3 a 0 final. Es cierto que el error de Willy Caballero sobre el gol del 1 a 0 ha sido decisivo, pero la impresión es que la Argentina nunca supo qué hacer cuando tenía el balón. El error de Enzo Pérez en el primer tiempo fue clave pero no hubo reacción tras la ventaja croata. Mientras Messi erraba por la cancha sin ideas sus compañeros no conseguían darle espacios ni proponer jugadas ofensivas.
El baile en el centro del campo que Rakitic y Modric le dieron a Mascherano y a Pérez fue absoluto y el gol del número 10 del Real Madrid fue la auténtica sublimación de un partido para enmarcar, mientras el gol final del 4 del Barça selló el partido como un auténtico ridículo de un equipo que aspiraba a ser campeón del mundo. Pero, evidentemente, con Messi no basta y la Argentina se queda ahora con pocas posibilidades de clasificarse. La esperanza de pasar a octavos de final como segundos del grupo D es mínima pero no nula. Una serie de resultados se tendrán que suceder para que los hombres de Sampaoli puedan borrar esta mancha, aunque en patria muchos estén criticando el proyecto en sí y todo lo que siga va a ser consecuencia de unos partidos muy mal interpretados por entrenador y futbolistas.
El fracaso contra los croatas es la confirmación de que Argentina no ha llegado a ser un verdadero equipo y que sus recursos son muy limitados. El técnico no ha tenido nunca claro cuál sería su once y se encomendó a Messi en todo.
Ahora tendrá que cambiar algo contra Nigeria y esperar un favor de otros resultados, y sobre todo esperar que sus hombres se pongan las pilas. El destino de Argentina en el mundial depende no solo de ella, aunque ya es hora de que los jugadores despierten y encuentren una solución a esta situación desesperada.
Las dos estrellas cocidas al lado del escudo ya no valen y eso es algo que deberían saber todos. El margen de error se ha dilapidado. Ahora solo vale ganar.